October 3, 2025

Cristo, la piedra angular

El cuidado de la creación es uno de los elementos fundamentales de la doctrina social católica

Archbishop Charles C. Thompson

La Iglesia no solamente tiene el compromiso de proteger el medioambiente sino que, por encima de todo, procura proteger a la humanidad contra la autodestrucción. Al respetar y cuidar de todos los seres, ampliamos nuestra capacidad de respetar y cuidar el obsequio de la creación divina.

En “Paz y unidad: Reflexión pastoral,” publicada el 28 de agosto, ofrezco las siguientes observaciones:

El papa León XIV ha advertido de los peligros asociados a la inteligencia artificial (IA), especialmente en relación con las noticias falsas, el engaño, la manipulación y otras intenciones poco éticas. ¿Hasta qué punto podría contribuir esto a la incapacidad de comprender, considerar y debatir auténticamente los asuntos de una forma humana básica?

¿De qué manera podría influir en nuestra interpretación de todo lo relacionado con el cuidado efectivo de la creación, la protección de los no nacidos y de las mujeres, la lucha contra el racismo, la erradicación de las causas de la pobreza, el tratamiento adecuado de la difícil situación de los migrantes y refugiados, la defensa de la dignidad del matrimonio y la familia, y la aceptación del carácter sagrado de toda vida? La polarización es un mal que debemos superar si queremos alcanzar la paz y la unidad verdaderas como seres humanos que compartimos el mismo hogar, el planeta Tierra.

Todas estas cuestiones sociales están interrelacionadas. A manera de ejemplo, el cuidado de la creación de Dios es un elemento esencial de la doctrina social católica que incluye el respeto por la dignidad de todas las personas y nuestra preocupación por los pobres y vulnerables. El difunto papa Francisco nos recordaba a menudo que existe un vínculo esencial entre la corresponsabilidad con respecto al medioambiente y el cuidado que debemos a los demás seres humanos, en especial a los pobres y los vulnerables.

“Paz y unidad: Reflexión pastoral” señala que el cuidado de la creación exige que superemos el egocentrismo y rechacemos todo atisbo de la cultura del “descarte.” Debemos esforzarnos por acoger el medio ambiente y todas las criaturas con un profundo sentido de aprecio, asombro, respeto y fascinación.

Toda vida es sagrada, como afirmó el papa Francisco en su encíclica de 2015, “Laudato Si’: sobre el cuidado de la casa común”: “Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros” (#42). A ninguna persona que pertenezca a las tradiciones de fe judía o cristiana se le debería escapar que la Torá y la Biblia comienzan con la historia de la creación, dejando claro cómo Dios confió a la humanidad el privilegio y la responsabilidad de su cuidado.

A lo largo del desarrollo de Laudato Si’ se entretejen siete principios clave de la doctrina social católica, a saber: la vida y la dignidad de la persona humana; el llamado a vivir en familia, en comunidad y a participar; los derechos y las responsabilidades; opciones para los pobres y los vulnerables; la dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores; la solidaridad y el cuidado de la creación de Dios. Desde la perspectiva de la justicia, ninguno de estos principios es opcional. Esto convierte al “cuidado de la creación” en una cuestión de vida, en un aspecto esencial de nuestro esfuerzo por reverenciar y defender a toda la vida humana.

En las primeras oraciones de Laudato Si’, el papa Francisco expresa que la creación de Dios no es un objeto que debamos manipular a nuestro antojo, sino que es como una hermana, nuestra “madre tierra,” que debemos tratar con reverencia, respeto y cariño.

El cuidado de la creación de Dios no es simplemente una causa política, económica o incluso científica. Se trata de una inquietud profundamente espiritual que encuentra sus raíces en la forma en que nos concebimos a nosotros mismos y a nuestro mundo en relación con nuestro Creador. En el “Cántico del Hermano Sol,” un himno de alabanza compuesto por san Francisco de Asís en 1226 mientras se encontraba en su lecho de muerte y cuyo verso final trata sobre la Hermana Muerte, reconocemos que todo en la familia de Dios guarda una relación. A menos que valoremos la verdad y la trascendencia del cuidado de la creación de Dios como expresión de una auténtica ecología cristiana, no podremos comprender la importancia de la doctrina social católica.

El cuidado auténtico de la creación de Dios aborda el lazo inseparable que existe entre cuidar del medio ambiente y el amor por la humanidad, aspectos que por sí mismos hacen que la paz y la justicia sean posibles. No podemos ser verdaderamente solidarios con el medio ambiente a menos que amemos desinteresadamente y seamos justos en nuestro trato con los demás seres humanos, especialmente con los más vulnerables, los pobres, los enfermos y los que no han nacido.

Durante su descanso estival en Castel Gandolfo, el papa León XIV inauguró una nueva Misa por el Cuidado de la Creación. Y en su reciente mensaje para la X Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación de 2025, el Santo Padre afirmó: “En un mundo en el que los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación, el cuidado de la creación se convierte en una cuestión de fe y de humanidad.”

Oremos por la gracia de cuidar de toda la creación de Dios. ¡Que Dios nos conceda el valor de defender la vida y la dignidad humana mediante el cuidado de nuestra casa común!
 

(Para leer la reflexión pastoral del arzobispo Thompson en inglés y español, visite archindy.org/pastoral2025. Las preguntas de estudio están disponibles en facebook.com/ArchdioceseofIndianapolis.)

Local site Links: