June 3, 2016

Alégrense en el Señor

Las alegrías y los desafíos del amor en la familia

Archbishop Joseph W. Tobin

Supongo que habrán oído que el papa Francisco ha escrito una extensa exhortación apostólica, una carta formal dirigida a obispos, sacerdotes, diáconos, hombres y mujeres religiosos, matrimonios y a todos los cristianos, llamada “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”). Se trata de la respuesta formal del Santo Padre a las conversaciones sobre el matrimonio y la vida familiar que se han suscitado durante los últimos dos años en los sínodos que él ha convocado para explorar las oportunidades y los desafíos que enfrentan las familias de hoy en día.

Si bien la llamo una “respuesta formal,” todo el que conozca al papa Francisco sabe que esta comunicación destinada a ser oficial encierra una enorme carga de reflexiones personales, e incluso apasionadas, entre el sucesor de San Pedro y la familia de fe a la que el sumo pontífice está llamado a servir en el mundo.

Espero que lean “La alegría del amor” cuando tengan la oportunidad ya que en verdad merece la inversión de su tiempo. El propio Papa reconoce lo extenso de la carta (264 páginas en inglés) y sugiere que la abordemos a razón de un capítulo a la vez, para leer, reflexionar y rezar sobre los distintos temas planteados. Esto es lo que pretendo hacer y espero que ustedes hagan lo mismo.

En sus comentarios introductorios, el papa Francisco explica que “La alegría del amor” se divide en varias secciones. “En el desarrollo del texto, comenzaré con una apertura inspirada en las Sagradas Escrituras, que otorgue un tono adecuado. A partir de allí, consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener los pies en la tierra. Después recordaré algunas cuestiones elementales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, para dar lugar así a los dos capítulos centrales, dedicados al amor. A continuación destacaré algunos caminos pastorales que nos orienten a construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios, y dedicaré un capítulo a la educación de los hijos. Luego me detendré en una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone, y por último plantearé breves líneas de espiritualidad familiar” (#6).

Se trata de una tarea monumental, una visión en conjunto e integral sobre las alegrías y los desafíos que enfrentan las familias modernas, todo esto inspirado en las Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia y, al mismo tiempo, manteniendo “los pies en la tierra.” ¡Convendrán conmigo en que el enfoque del Santo Padre es más que bienvenido porque resulta urgentemente necesario hoy en día!

Observarán que la cobertura que los medios de comunicación le han dado a “La alegría del amor” y a los dos sínodos sobre la familia, se concentra casi exclusivamente en lo que el papa Francisco denomina “el discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone.”

En especial, los medios de comunicación están obsesionados con el debate sobre los católicos divorciados y casados nuevamente fuera de la Iglesia y que reciben la sagrada comunión.

No hace mucho, durante una de las conferencias de prensa en un vuelo del papa Francisco, surgió la pregunta sobre “el acceso a los sacramentos.” El papa Francisco, exasperado, respondió la pregunta del periodista diciendo: “Cuando convoqué el primer sínodo, la gran preocupación de la mayoría de los medios de comunicación fue si se daría la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. Como no soy santo, esto me produjo cierta frustración y me entristeció un poco ya que los medios no comprenden que ese no es el problema verdaderamente importante. La familia está en crisis: los jóvenes no quieren casarse, la tasa de natalidad en Europa se ha desplomado a un punto que da ganas de llorar, hay escasez de trabajos, hay niños que se crían solos. … Todos estos son enormes problemas.”

Por supuesto que el papa Francisco no es indiferente a las dolorosas experiencias que viven los católicos divorciados y que se han vuelto a casar, pero insiste en que veamos esto en un contexto más amplio. Nos desafía a que seamos mucho menos rígidos (y mucho más misericordiosos) en nuestro trato con nuestros hermanos y hermanas que, sin intención, terminan en “situaciones que no responden plenamente lo que el Señor nos propone.”

Efectivamente, tal como dijo Jesús cuando los fariseos acusaban a una mujer por adulterio: “Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra” (Jn 8:7).

Ninguno de nosotros está libre de pecado. Todos nos encontramos en situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone. Es por ello que el amor genuino, especialmente en la familia, exige misericordia y perdón por encima de todo.

En el transcurso de los próximos dos meses mis columnas en The Criterion plantearán algunas de mis reflexiones sobre los temas que nos sugiere el papa Francisco en “La alegría del amor.” Espero que me acompañen a disfrutar de la lectura de las enseñanzas personales y apasionadas del Papa sobre el amor en la familia. †
 

Traducido por: Daniela Guanipa

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