August 26, 2011

Buscando la Cara del Señor

El primer deber del obispo es ser un hombre de oración

Esta semana continúo con la segunda parte de la Instrucción de la ordenación del obispo Charles C. Thompson de Evansville.

Instrucción - Parte 2

Al igual que los Apóstoles, mediante la ordenación episcopal se te encomienda ser un sacramento viviente del Misterio Pascual; ser un humilde siervo de la unidad del Cuerpo de Cristo y ser Maestro en la Persona de Cristo, la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia.

¡Qué forma de vida y de ministerio tan maravillosa! Por lo tanto, esta tarde, Obispo, celebramos tu ordenación con profundo júbilo.

Cuando decimos que un obispo (o un sacerdote) es primordialmente un testigo del misterio, decimos que debe ser capaz de vivir el misterio pascual de forma tal que guíe al pueblo de Dios a participar en él. Eso tiene muchas connotaciones. En el corazón mismo del Misterio Pascual se erige la Cruz de Cristo.

La identidad de la Iglesia radica en el misterio de Dios. La identidad de la comunidad devota radica en el misterio de Dios. La identidad del obispo y del sacerdote se arraiga en el misterio de Cristo.

No se puede intentar explicar o comprender nuestra Iglesia o la Eucaristía ni los demás sacramentos, el ministerio o la identidad sacerdotal aislados del misterio de Cristo. Y por consiguiente, con frecuencia se nos malinterpreta.

Obispo Thompson, te conviertes en un siervo de la unidad de esta diócesis. El motivo que impulsa nuestro llamado al ministerio en la Iglesia es el amor de Jesucristo y el amor por él nos conduce al amor pastoral por los demás.

El amor a Dios y creer en Su auxilio es el motivo que nos lleva a querer servir y no a ser servidos. El amor pastoral de Cristo en nosotros sirve a la unión y la comunión en nuestra Iglesia en un mundo dividido.

La unidad del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es la razón fundamental por la cual los obispos y los sacerdotes prometemos obediencia, como parte de nuestro servicio de caridad. (Conversamos acerca de aquella llamada del nuncio papal que, en cuestión de un minuto, transformó tu vida para siempre.)

Nuestra obediencia contribuye a la preservación del tesoro recibido de Jesús a través de los Apóstoles y sus sucesores, en pro de la unidad de su Cuerpo. Nuestro compromiso de obediencia es una ofrenda a Dios en la persona de Cristo, que se une a su propia obediencia al Padre. Y se trata de una ofrenda entregada para perpetuar la vida y la fidelidad de la Iglesia católica hacia Jesucristo.

Los obispos, junto con nuestros sacerdotes, servimos a la unidad de nuestra fe y de este modo nos unimos a todos los obispos y al Obispo de Roma en la misión de formación oficial de la Iglesia. Es nuestra responsabilidad velar por que el tesoro de nuestra fe se transmita a generaciones futuras.

Hoy, obispo, al igual que cuando te ordenaste como diácono y como sacerdote, se te exhorta una vez más a que “medites con regocijo sobre la Palabra de Dios. Cree en lo que lees, enseña lo que crees y practica lo que enseñas.”

En esta tarde se te pide que proclames el Evangelio de Cristo con perseverancia y fidelidad. Obispo, hoy en la oración te transformarás en Charles, nuestro obispo.

Comprendo que no me corresponde esta jurisdicción, pero deseo presentar una sugerencia: si alguien se confunde y dice “obispo Chuck,” sugiero que hagan una ofrenda de caridad a las Hermanitas de los Pobres. Obispo, de eso nos encargaremos más adelante.

Para poder servir a la unidad de la caridad y a la unidad de la fe en esta diócesis, obispo Thompson, te aseguro que nuestro primer deber como obispos es ser hombres de oración.

Como maestros, nuestro deber es rezar las palabras que deseamos predicar y enseñar. Tenemos la obligación de conocer personalmente al Señor a quien adoramos en nuestras oraciones personales. Como pastores, nuestro deber es conocer a nuestros hermanos y hermanas en la oración. Hoy damos gracias por esta dádiva.

Hermanos y hermanas, no podemos dar muchas garantías con respecto a nuestras vidas, pero hay algo que sí sabemos: si son fieles en la oración todos los días junto con su obispo, Charles, todo irá bien y perseverarán con él en la fe con paz y gozo.

Aquí tengo tu tarjeta de ordenación. La foto de la portada podría ser la de tu Primera Comunión. En la parte posterior hay una cita del profeta Miqueas: “¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Mi 6:8).

Los obispos están llamados a vivir la vida sencilla del Evangelio, de una forma que sea reflejo de Jesús, a quien servimos. ¿Estas de acuerdo con que, a fin de cuentas, lo que la Iglesia necesita de los obispos y sacerdotes, por encima de cualquier otra cosa, es la integridad y la santidad, especialmente en nuestra época?

La Iglesia nos exige que seamos líderes categóricos, sensatos, santos y morales, que verdaderamente seamos lo que proclamamos. Con Jesús, en Jesús y por Jesús; ese es el máximo servicio, el máximo testimonio de la unidad de la fe.

Que Dios te bendiga, obispo Thompson, con muchos años provechosos para vivir su llamado a la santidad.

Por último, hermanos y hermanas de esta Iglesia local, benditos sean los que rezan por su obispo Charles y junto con él; benditos sean los que lo quieren y le brindan su apoyo.

Te ruego Señor que así sea. †

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