September 21, 2007

Buscando la Cara del Señor

Gracias por su amor a Cristo y por continuar con su misión

El 9 de septiembre marcó el XV aniversario de mi ordenación como arzobispo de Indianápolis.

Ha sido y es una gracia especial servirlos a todos ustedes en el centro y el sur de Indiana. Ha habido muchas bendiciones y, por supuesto, los inevitables desafíos que forman parte de la vida. Pero tengo un sentido sobrecogedor del amor de Dios por nuestra Iglesia local.

Reflexionaba sobre todos estos años de ministerio mientras me encontraba en el retiro anual de obispos de Indiana, Illinois y Wisconsin, a finales de agosto. El tema de nuestro retiro de oración era “El momento de cumplir es ahora. El Reino de Dios está al alcance. Arrepiéntanse y crean en la Buena Nueva” (Mk 1:15).

El director de nuestro retiro nos instó en repetidas ocasiones a que recordáramos mantener nuestras mentes y nuestros corazones en el objetivo de “llegar a la meta” de nuestros ministerios, por así decir.

Obviamente nuestro objetivo es la gloria de Dios y la proclamación de su reino. El desafío es mantener nuestra mirada fija en el objetivo de nuestra misión: nuestro amor por Cristo y continuar con su misión.

Es tan fácil dejarse llevar por las preocupaciones sobre cómo hacer que funcione nuestra misión y olvidar por qué hacemos lo que hacemos. La distracción no constituye menos riesgo para nosotros los obispos que para el resto de las personas. Mantener la mirada fija en la meta final es, en efecto, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo y su misión. Todos experimentamos este desafío espiritual.

Hemos entrado en la última etapa de la campaña Legado de Nuestra Misión: por nuestros niños y por el futuro, nuestra responsabilidad y campaña de gran envergadura. Parece probable lograr el objetivo propuesto de $100 millones para nuestras parroquias y nuestra misión en general. Pero al mismo tiempo constituye un excelente ejemplo de la importancia de no dejarse atrapar por el modo equivocado de medir el “éxito.”

Lograr semejante objetivo financiero es ciertamente motivo de júbilo. Sin embargo, debemos recordar que: “detrás de cada dólar se encuentra un creyente generoso,” tal como me dijo alguien. Y el dinero donado va para la misión de Cristo en nuestra iglesia local en el centro y el sur de Indiana.

La razón de ser de la campaña Legado de Nuestra Misión es, en primer lugar, nuestro amor por Cristo y su Iglesia, y la misión que se nos ha confiado. Es cierto, llevamos a cabo nuestra misión en el mundo real, de modo que necesitamos recursos para hacerla realidad. Pero debemos estar atentos a no dejarnos atrapar por el aspecto de “hacerla realidad,” y en consecuencia olvidarnos de que estamos sirviendo a Jesucristo.

Más de 11.000 personas de la arquidiócesis participaron como voluntarios en el proceso de la campaña de recaudación de fondos en nuestras parroquias y a nivel de la arquidiócesis. Esto significa que uno de cada ocho hogares de la arquidiócesis ayudó a realizar los trabajos de implementación de los procedimientos y las obras de la campaña. ¡Su generosa participación me parece admirable!

¿Por qué ustedes, voluntarios, hicieron esto? Debido a su compromiso con la misión de la arquidiócesis, es decir, con la misión de nuestras parroquias y nuestros ministerios compartidos. Más específicamente, ustedes proyectaron una expresión personal de su creencia de que Cristo nos llama a difundir su fe y la misión de su Iglesia de manera práctica. No estoy seguro cómo articularían esto en sus propias palabras, pero la conclusión es que ustedes aman a Dios y al pueblo de Dios.

Se me ha informado que el porcentaje de ustedes que han realizado donaciones y aportes a la campaña Legado de Nuestra Misión—y aquellos que están haciéndolo ahora en la última etapa de la campaña—considerablemente mayor que el estándar en otras diócesis de Estados Unidos. Una vez más, el grado de participación en la arquidiócesis es una medida de nuestra gratitud por las bendiciones de Dios que recaen sobre nosotros y constituye una expresión de nuestro deseo de proveer para la fe, la misión de Cristo y para el ministerio de nuestros hijos en el futuro.

¿Qué rumbo tomaremos a partir de aquí? Hemos culminado el ciclo de planeamiento de nuestra misión y ministerios, llamado “Un Nuevo Momento de Gracia: 2007.” Estamos comenzando un nuevo proceso de planificación estratégica para los próximos tres a cinco años de nuestra misión y ministerio compartidos. Muy próximamente muchos de ustedes tendrán la oportunidad de participar en la confección de un nuevo plan.

En 2009 celebraremos el aniversario número 175 de la fundación de nuestra diócesis como la Diócesis de Vincennes, que es hoy en día la Arquidiócesis de Indianápolis. Anunciaremos planes emocionantes para la solemne conmemoración de tantos años de fe, esperanza y caridad de muchas personas como ustedes que a lo largo de todos estos años fundaron y nos entregaron la herencia católica que disfrutamos hoy en día. †

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