March 17, 2006

Seeking the Face of the Lord

Durante la Cuaresma, practiquemos el silencio para evitar el ‘pecado de palabra’

Recibí una tarjeta de Navidad de alguien en Texas con una carta adjunta. Me di cuenta de que el nombre era oriundo de Jasper, Indiana. El contenido de la carta sugiere un buen tema para nuestra reflexión mientras tratamos de revitalizar nuestro llamado a la santidad durante la Cuaresma.

El mensaje era acerca de mi madre fallecida. Si ella estuviera viva, de ninguna manera se me habría permitido publicarlo. Pero lo hago porque es reflejo de mi experiencia con mi madre y resulta un mensaje oportuno para la Cuaresma.

“Durante muchos años he deseado enviarle una nota para compartir con usted algunos de los hermosos recuerdos que guardo de su madre. Cuando yo era joven trabajaba como peluquera en Cora’s Beauty Shop en Jasper... Tuve el privilegio de tener la oportunidad de conocer a su madre y escuchar su visión positiva de la vida.

“La recuerdo hablando sobre sus dos hijos... también sobre su pasión por los jóvenes estudiantes de la escuela Holy Family. Pero una de las cosas que más me impresionaba era que cuando se asomaba un chisme, por pequeño que fuera, ella de manera muy educada ¡lo cortaba de raíz!

“Decía: ‘Ya sabemos que debemos tener cuidado con la forma en que decimos las cosas para que no se nos devuelva y hacerle daño a alguien.’ Ella me enseñó esa regla tan importante que he recordado ¡toda la vida!

“La voz de su madre me ha retumbado tantas veces en la cabeza cuando he estado a punto de decir algo sobre alguien. ‘Ten cuidado’... Qué mensaje tan importante me dio hace muchos años...

“En el mensaje del Día de Acción de Gracias y de Adviento usted habló sobre los obsequios olvidados del pasado. Eso me hizo recordar las hermosas fundas hechas a mano que ella me regaló como obsequio de bodas en 1964. ¡Pero el regalo más valioso fue la sabiduría, consideración, amabilidad y amor que sentía hacia los demás!”

Yo he heredado la preocupación de mi madre con respecto al chisme, pero sé que no siempre he hecho caso de su consejo. He presenciado el daño innecesario que generalmente causa el chisme. Me sorprende con qué facilidad la gente cree en los chismes que circulan, cuando, en el mejor de los casos, se basan en verdades a medias o en un ápice de los hechos.

En ocasiones recibo cartas de indignación basadas en rumores sobre esto o aquello, que no tienen paralelo con la realidad. Probablemente hemos vivido la experiencia de que nos digan que hemos dicho algo sobre alguien, que en realidad nunca hemos dicho. Y a veces hemos juzgado a personas o hechos basándonos en rumores infundados. Sucede muy fácilmente.

Chismear sobre los otros está mal porque es un irrespeto a la dignidad humana de los demás. En ocasiones, en formas más agresivas, resulta un tipo de violencia porque es verdaderamente destructivo. Con frecuencia el chisme es en efecto la difamación del buen nombre de otra persona.

Necesitamos recordar que no sólo aquellos que originan el chisme están obrando mal. También aquellos que lo promueven, lo reciben y lo transmiten intencionalmente. Debemos estar realmente alerta a la realidad del chisme porque es muy común. La advertencia de mi mamá, “Ten cuidado”... resulta un buen consejo.

Debemos ser lectores cuidadosos de la prensa para distinguir las noticias basadas en hechos de las conjeturas. Debemos escuchar con oído crítico lo que reporten las personalidades prominentes del mundo del entretenimiento y lo que se diga sobre ellos. La finalidad de algunos programas de TV es chismear sobre personalidades públicas. En otras palabras, nos dejamos arrastrar por la avalancha de palabras sobre otras personas, las cuales por lo general no son ciertas y son verdaderamente dañinas. No es moralmente correcto transmitir cosas negativas sobre los demás, aunque sean ciertas.

Los pecados de la palabra son quizás los más fáciles de cometer y los más frecuentes. Durante esta temporada de gracia especial, nos beneficiaría hacer caso de la admonición de muchos santos: A veces es mejor guardar silencio que hablar.

Abstenernos de los chismes inútiles y perjudiciales podría ser una práctica oportuna para algunos de nosotros. Ciertamente podría ser la fuente de mayor tranquilidad. Creo que el abordar fallas tales como el chisme es una decisión consciente. ¡Tal vez debamos convencernos de que realmente necesitamos desterrar el hábito de hablar más de la cuenta!

En el Domingo de Pascua se nos invita a renovar nuestras promesas bautismales y la profesión de fe. Durante el bautismo fue que recibimos el llamado universal a la santidad.

Nuestros esfuerzos cuaresmales para renovar nuestro compromiso y nuestra fidelidad para responder a este llamado, le darán más sentido a la Cuaresma y a la Pascua. †

 

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