October 14, 2005

Seeking the Face of the Lord

La vida de un sacerdote en el mundo actual es difícil pero muy grata

Dentro de dos semanas tendré el privilegio de ordenar nuevos diáconos en el Seminario Saint Meinrad. En el transcurso del año serán ordenados sacerdotes para varias diócesis en los EEUU.

Como ustedes saben, la Iglesia en los EEUU está muy necesitada de sacerdotes. Estamos experimentando, de manera significativa, el impacto en la disminución de la cantidad de sacerdotes en nuestra propia arquidiócesis. La pérdida de cuatro sacerdotes excelentes, quienes murieron durante el mes de julio y agosto, aumenta nuestra tribulación. Tres de ellos eran los líderes de unas parroquias muy activas, y reemplazarlos es un verdadero reto. La cifra de nuestros seminaristas está aumentando, pero esto no cubre nuestras necesidades inmediatas.

He descubierto unas estadísticas interesantes relacionadas con el número de seminaristas, en un nuevo libro del Padre Stephen J. Rossetti, The Joy of Priesthood (Ave Maria Press, 2005). Él escribe: “Algunos han denunciado el reducido número de sacerdotes en este país como una señal negativa para la Iglesia. Yo creo que es efectivamente una señal negativa de nuestra opulencia y del narcisismo materialista de nuestros días. La “crisis” de vocaciones es sólo una crisis de las naciones más ricas del mundo. En efecto, el Vaticano informó que hay un auge internacional de vocaciones de seminaristas mayores; en 1978 había 63.882 seminaristas mayores en el mundo y en el 2001 había 112.982.

“De acuerdo al secretario de la Congregación para el Clero, “Nunca en la historia de la Iglesia habíamos tenido tantos seminaristas estudiando filosofía y teología.” Las vocaciones escasean en las zonas donde la opulencia aumenta. … Tan llena de gracia como [sacerdotal] sea la vida, recibe un corazón que cuida entrañablemente por la eternidad de los otros, los ojos para ver las maravillas de nuestro bondadoso Dios y una buena voluntad para ofrecer la propia vida en el servicio. Quiera Dios que se le conceda a más personas este corazón sacerdotal” (pp. 28-29).

El Padre Rossetti, un sacerdote de la Diócesis de Syracuse, es el presidente del Saint Luke Institute en Silver Springs, Md. El instituto se dedica a la ayuda de sacerdotes que están atravesando por dificultades y necesitan recuperarse. Él ha llevado a cabo amplias investigaciones relacionadas con las vocaciones y el sacerdocio. En una encuesta en el 2003-04, el 72,8 por ciento de los sacerdotes encuestados estimulaban activamente a las personas a convertirse en sacerdotes. Las encuestas dirigidas por la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU, indican que el 78 por ciento de los sacerdotes recién ordenados reconocen que un sacerdote les había pedido a ellos directamente que reflexionaran sobre el sacerdocio. El Padre Rossetti apunta “Este estímulo directo a las vocaciones por parte de los sacerdotes es verdaderamente una herramienta vocacional importante. Es también una señal poderosa de la satisfacción sacerdotal.”

La felicidad de los sacerdotes se resaltó directamente en la encuesta del Padre Rossetti. “En mi encuesta, a los sacerdotes se les dio un enunciado “Sobre todo, estoy feliz de ser sacerdote.” El porcentaje de los sacerdotes que estuvo de acuerdo o muy de acuerdo que eran felices como sacerdotes fue del 90,5. Ochenta y dos coma cinco por ciento dijo que ellos lo harían otra vez. Estos son unos resultados muy sólidos para unas encuestas. Algunos en nuestra sociedad han dado la impresión de que la vida sacerdotal es triste y sin satisfacciones. Nada podría estar más alejado de la verdad” (p. 24).

Unas encuestas anteriores dirigidas por la National Federation of Priests Councils arrojaron resultados casi idénticos. Como resalta el padre Rossetti, en resumen, los sacerdotes encuentran una gran satisfacción siendo sacerdotes. Los sacerdotes aman el ministerio pastoral. Especialmente, disfrutan cuando administran los sacramentos y presiden en la celebración de la Eucaristía.

Los sacerdotes también reconocen que se les exige por las necesidades del ministerio y también por las grandes expectativas de la gente. De acuerdo a lo que le oigo a los sacerdotes, las partes menos preferidas de su ministerio parroquial son la administración de los asuntos y la asistencia a las reuniones. Más y más parroquias, especialmente las más grandes, reconocen el agobio de la administración y pueden emplear a un gerente laico para la administración. Las parroquias más pequeñas no lo pueden hacer así. Yo invito a los voluntarios, quizás a los profesionales retirados, que vengan para ayudar a aliviar a nuestros pastores.

También me gustaría animar a las personas para que revisen sus expectativas con relación a los sacerdotes. El Padre Rossetti apunta que algunas personas tienen la idea errónea de que todo lo que hace un sacerdote es celebrar la Misa. Por otra parte, él escribe “Recuerdo una mañana que estaba rezando tranquilamente en la oscuridad de la Iglesia de la parroquia, antes de la Misa de las siete. Se acercó una mujer, me sacudió por el hombro y dijo: Me alegro de encontrarlo y que no esté haciendo nada. Fue para preguntarme por un asunto administrativo mundano. Para muchas personas, si usted está rezando, usted no está lucrativamente ocupado” (p. 37).

Me entristece cuando algunas personas esperan lo imposible de uno de nuestros sacerdotes; o protestan por una cosa u otra en la forma en la cual él sirve a la parroquia. Nuestros sacerdotes traen a Jesús a la comunidad y eso es lo que tiene importancia. Pienso que nuestros sacerdotes hacen esto de la mejor forma en que pueden y de acuerdo con los dones personales que Dios les ha dado. Ellos necesitan de nuestro apoyo y de nuestras oraciones. †

 

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