January 28, 2005

Seeking the Face of the Lord

La Santa Madre Theodore Guérin es un modelo para los ­educadores de hoy en día

Cuando pienso en los maestros, administradores y voluntarios de nuestras escuelas católicas, pienso en la admonición de Cristo: “ el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo .” Como líderes de la educación católica, nuestros educadores conocen la realidad del servicio. Ellos se merecen nuestro reconocimiento y gratitud.

Si tuviéramos que escoger a alguien como modelo de nuestro servicio en la enseñanza del ministerio en nuestra iglesia local, nadie sería más apropiado que la Santa Madre Theodore Guérin, la fundadora de las Hermanas de la Providencia de Santa María de los Bosques.

En 1840, en respuesta a una solicitud del obispo de la Diócesis de Vincennes, ella guió a un grupo de cinco hermanas a Estados Unidos para fundar las Hermanas de la Providencia y enseñar a los hijos de nuestros pioneros ancestrales. No podemos imaginarnos lo difícil que debieron ser los primeros años en la tierra salvaje. Algunos de los sentimientos que brotaban de la Madre Theodore se encuentran reflejados en un extracto de su diario personal. Escribió: “Verdaderamente se sufre mucho en las profundidades de nuestros bosques... no teniendo otro apoyo, otro consuelo más que el propio Dios.”

Un año después de su llegada a Santa María de los Bosques, la Madre Theodore fundó un convento, un noviciado y una academia. Con el pasar de los años, abrió escuelas, misiones (y un orfanato) en todo Indiana. Durante los primeros años, creó un programa educativo que hoy en día se considera extraordinario por su anticipación a las necesidades futuras. La Madre sobresalió en la formación de de maestros religiosos. Una vez le escribió a sus hermanas: “Es nuestra la preparación de las generaciones que nos sucederán y de esta forma, haremos un bien inminente. Tal vez no vivan para verlo, pero habrán sembrado la semilla.”

La Santa Madre Theodore murió en 1856. En su lápida en los Bosques se lee la siguiente inscripción: “Ego dormio, sed cor meum vigilat super hanc domum quam aedificavi.” (“Duermo pero mi corazón vela esta casa que yo he construido.”)

Me parece que haríamos bien en tratar de decantar a partir de una mujer santa de nuestra propia arquidiócesis, algunos puntos importantes para nuestra propia reflexión, como descendientes en la tradición de la educación católica.

La administración de nuestra misión educativa significa participación en un ministerio de servicio. A veces podríamos decir junto con la Madre Theodore: “Verdaderamente se sufre mucho en las profundidades de nuestros bosques...” El servicio humano y el sufrimiento van, por lo general, de la mano. Jesús le preguntó a sus discípulos: “¿Beberán ustedes de este cáliz que yo he de beber?”. Al igual que para Jesús, y al igual que para nuestra Santa Madre Theodore, nuestro consuelo debe ser Dios. Así que mi primer punto, en imitación de la gran educadora, la Madre Theodore, es: Debemos acudir a Dios para obtener fortaleza en los desafíos y el trabajo arduo de nuestra misión de enseñanza.

Segundo, la Madre Theodore vio la importancia de una buena educación católica para los pioneros inmigrantes. Instintivamente vio el papel que jugaría una buena educación en el territorio misionario. Aun hoy en día Indiana es un territorio misionario, tal vez ahora más que nunca. Compartimos el compromiso de la Santa Madre Theodore de ofrecer específicamente una educación católica como clave para la libertad de las limitaciones de todo tipo de pobrezas, bien sean materiales o espirituales.

Tercero, la Madre Theodore reconoció la importancia tremenda de formar buenos educadores religiosos. Nosotros no podemos quedarnos atrás. La enseñanza de la fe católica es la razón fundamental de la educación católica en nuestra escuelas y en todos los programas de educación religiosa en nuestra parroquia.

Cuarto, la Santa Madre Theodore dijo: “Es nuestra la preparación de las generaciones que nos sucederán y de esta forma, haremos un bien inminente. Tal vez no vivan para verlo, pero habrán sembrado la semilla.”

Este es un gran desafío para todos como padres, administradores y maestros: vivir con la realidad de que raramente veremos el impacto total de nuestro servicio. Sin embargo, la Madre Theodore lo entiende. Nunca olvidaré mi asombro cuando mi madre murió. Durante años, enseñó tercero y cuarto grado. No les podría decir cuántos de sus antiguos alumnos fueron a presentar sus condolencias. Plantamos la semilla. La misión de la educación católica requiere de mucha fe y mucha paciencia.

Pero, ¡qué benditos somos! Tenemos una patrona que marcó el nuevo rumbo de lo que hacemos hoy en día en nuestra arquidiócesis por la misión de la educación. En su lápida tenemos sus palabras: “Duermo pero mi corazón vela esta casa que yo he construido.” Somos parte de la tradición de su “casa”. Tenemos la gracia de contar con un modelo que nos mostró cómo ser excelentes, cómo servir y no simplemente ser servidos en la misión de enseñanza de nuestra Iglesia. ¡Y tenemos una patrona poderosa cerca de casa!

Conozcámosla en la oración. †  

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