January 22, 2010

Buscando la Cara del Señor

La apertura de escuelas públicas experimentales ayudará a los niños necesitados

Esta semana me gustaría explicarles acerca de un proyecto complicado en el que estamos participando con el fin de cumplir con nuestro compromiso de ayudar a los niños necesitados a romper el ciclo de la pobreza. Primero plantearé el contexto.

Desde la rueda de prensa en la cual se anunció mi designación como Arzobispo de Indianápolis en 1992, he declarado mi profundo compromiso con la educación católica. Y expresé mi profunda preocupación por los niños necesitados que merecen tener la oportunidad de romper el ciclo de la pobreza.

En respuesta a las preguntas de los periodistas dije que haría todo lo posible para mantener a flote nuestras escuelas católicas en los barrios pobres del centro de la ciudad de Indianápolis y en todas partes, a la luz de los inevitables retos que tendríamos que enfrentar.

Como demuestran los hechos, en el transcurso de los 17 años posteriores a dicha rueda de prensa, la arquidiócesis ha trabajado muy arduamente para mantener la misión de ofrecer una excelente educación y formación de valores a nuestros niños pobres.

A lo largo de estos años, mediante la generosidad conjunta de muchos de nuestros feligreses y aliados corporativos, hemos recaudado y aportado alrededor de $64 millones a la causa de la educación católica, buena parte de los cuales se han destinado a los niños necesitados de nuestras escuelas localizadas en barrios pobres del centro.

En años más recientes, a medida que los retos económicos afectaban nuestra misión educativa, el peso de ocuparse de las escuelas localizadas en barrios pobres del centro abrumaba a las parroquias patrocinantes.

Luego de mucha investigación y análisis, nuestros líderes decidieron exonerar de esta carga a las parroquias de los barrios pobres y formamos un consorcio aparte constituido por seis de dichas escuelas de Indianápolis, nombrado posteriormente academias católicas Mother Theodore Catholic Academies.

Se formó una junta directiva para supervisar el desarrollo y las necesidades de las escuelas Mother Theodore. La solución escogida resultó favorable, pero con la depresión económica nuestra misión de educación católica se vio afectada en todos lados, pero con particular severidad en los barrios pobres del centro.

A pesar de los esfuerzos para recaudar fondos, comenzamos a experimentar un déficit operativo anual de más de 2 millones de dólares lo cual, evidentemente, no es una situación sostenible. Nuestra misión educativa no puede sobrepasar nuestros recursos.

Algunos líderes laicos comprometidos nos ayudaron a buscar formas alternas para mantener nuestro compromiso de garantizar una buena educación a los niños necesitados.

Lanzamos otra campaña corporativa más para recaudar 10 millones de dólares para las escuelas Mother Theodore. Hemos hecho progresos, pero la comunidad corporativa también enfrenta dificultades en la economía actual. Y para ser franco, aunque tuviéramos éxito en esta empresa, de todos modos tendríamos un déficit anual de 2 millones de dólares.

Se nos propuso otra alternativa para someter a consideración: estudiar la posibilidad de convertir dos de nuestras escuelas Mother Theodore en escuelas públicas experimentales. Si esto se lograra, sería posible la administración fiscal de nuestro compromiso con la educación católica en los barrios pobres del centro.

La desventaja de explotar esta posibilidad es desalentadora ya que las escuelas públicas experimentales eliminan la religión del programa de estudios, así como también los símbolos religiosos. Sacrificaríamos el aspecto visual de nuestra identidad católica en las escuelas públicas experimentales.

Conservaríamos la propiedad de las instalaciones escolares y podríamos celebrar la Misa y ofrecer educación religiosa antes o después del horario de clases. Al conservar la propiedad de las escuelas también tendremos la oportunidad de garantizar la excelencia académica de nuestras escuelas y promover la integridad moral.

Por supuesto, la decisión de solicitar la conversión de dos de nuestras escuelas en experimentales resulta difícil. Hemos combinado nuestros mejores recursos para encontrar otras alternativas, pero no hemos tenido éxito.

Algunos opinan que no debemos sacrificar nuestra identidad católica en las dos escuelas en cuestión. Pero nadie ha podido proporcionar una solución alterna.

No podemos poner en peligro el bienestar de la arquidiócesis al continuar pagando escuelas que no podemos costear. Al conservar la propiedad de las instalaciones escolares y de la escuela experimental no estaremos abandonando a los niños necesitados con quienes tenemos un compromiso de servicio.

De modo pues que estamos solicitando la conversión en escuelas experimentales de las siguientes dos escuelas: Saint Anthony Catholic School y Saint Andrew & Saint Rita Catholic Academy.

El despacho del Alcalde de Indianápolis está analizando nuestra solicitud. Hemos intentado explicar esta decisión y estudiar sus implicaciones con los padres y maestros de los alumnos de estas escuelas. También estamos dialogando con nuestro público y vecinos consternados. Deseamos brindar la mejor educación posible a los niños necesitados.

Hay quienes critican esta iniciativa. Me decepciona ver que con frecuencia el criticismo no aborda las necesidades de nuestros niños pobres. Comparto la desilusión de aquellos que lamentan profundamente tener que sacrificar y suprimir nuestra identidad católica. Tenemos la esperanza de poder encontrar soluciones alternas para los programas de educación religiosa en las parroquias afectadas.

Apelo a su comprensión y especialmente a sus oraciones mientras emprendemos este difícil curso de acción. Como siempre, el fundamento de nuestros esfuerzos es el deseo de ayudar a los niños necesitados.

Acompáñenme a procurar la bendición de Dios en este nuevo proyecto. †

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