November 6, 2009

Buscando la Cara del Señor

Al igual que las hermanas de Little Sisters of the Poor, tenemos mucha esperanza para dar

El último domingo de octubre tuve el privilegio de ofrecer una Misa para celebrar la canonización de Santa Jeanne Jugan, fundadora de la orden Little Sisters of the Poor, cuyas religiosas consagran sus vidas para cuidar de los ancianos desposeídos. Santa Jeanne fue canonizada en Roma el 11 de octubre.

Me impresionó saber que un residente de cada uno de los hogares para ancianos de Little Sisters de todo el mundo fue elegido para presenciar la canonización. Sólo una de las hermanas de Little Sisters fue elegida de cada una de las comunidades locales para asistir. Este gesto simboliza el respeto que sienten las religiosas consagradas, descendientes de su santa fundadora, por los residentes ancianos a quienes ofrecen sus cuidados afectuosos.

En distintas partes del Evangelio Jesús enfatiza en nuestra obligación de amar y de hacerlo con sencillez y humildad.

Quizás uno de los testimonios más excepcionales que conocemos del amor sencillo que constituye nuestra misión de caridad, sea el de la Beata Teresa de Calcuta. Algo menos conocido es el testimonio de la Santa Jeanne Jugan, fundadora de la orden Little Sisters of the Poor.

Pienso en Santa Jeanne como alguien muy similar a la Madre Teresa. Ambas eran mujeres con una fuerza extraordinaria, pero esta noción ni siquiera les pasaba por la mente.

Recuerdo una experiencia que describió la Madre Teresa al visitar un hermoso hogar para ancianos muy bien cuidado. Observó que, casi sin excepción, todos los ancianos se sentaban mirando hacia la puerta de entrada al hogar.

Cayó en cuenta de que esperaban que alguien que se preocupara por ellos cruzara la puerta. Anhelaban y buscaban amor. Santa Jeanne hizo algo al respecto, hace mucho tiempo, en el siglo XIX, cuando llevó a su primer residente anciano a vivir en su propio hogar, en 1839.

Su misión para con los ancianos desamparados se extiende hasta nosotros en el siglo XXI y en nuestro estado de Indiana. Sólo tenemos que visitar el hogar St. Augustine Home for the Aged, aquí en Indianápolis o en Evansville, para ver cómo se desenvuelve la misión de Santa Jeanne ante nuestros ojos.

Siguiendo el espíritu de su fundadora, el amor que dispensan las hermanas de Little Sisters of the Poor en nuestra arquidiócesis garantiza que los ancianos desposeídos se sentirán amados y atendidos, independientemente de si tienen seres queridos que crucen por la puerta o no.

Las religiosas de Little Sisters of the Poor ofrecen un ministerio muy especial a los ancianos, dentro de su misión de atenderlos con afecto y alegría. He sido testigo de su compromiso admirable de acompañar a los residentes ancianos a recorrer el camino desde su hogar en esta vida hasta la Casa del Padre.

A medida que un residente se aproxima a la muerte, las hermanas de Little Sisters of the Poor permanecen junto a su cama, ofreciendo consuelo misericordioso y oraciones. Santa Jeanne brindaba compañía a los moribundos, como parte de la misión de sus hermanas.

He visitado el hogar de Little Sisters en St. Augustine Home for the Aged en ocasiones en las que miembros de la comunidad han estado ausentes pues se encontraban junto al lecho de muerte de un residente. Se trata de un ministerio de amor verdaderamente especial.

La reverencia, el respeto y el amor que ofrecen las hermanas de la Madre Jugan a los residentes ancianos, que de otro modo se encontrarían abandonados en la soledad de la pobreza, representa sin duda un obsequio importante para la misión de nuestra Iglesia. Santa Jeanne Jugan fundó la orden Little Sisters of the Poor siguiendo una evidente intuición sobre la verdadera naturaleza de la caridad.

Recuerdo las enseñanzas del Papa Benedicto XVI en su primera encíclica titulada “Dios es amor” (“Deus Caritas Est”), sobre la naturaleza fundamental de nuestra Iglesia, la cual se expresa mediante tres funciones esenciales: proclamar la Palabra de Dios y difundir las enseñanzas de Jesús; la celebración de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía; y el ministerio de la caridad.

Como sucede con todas las misiones de caridad de la Iglesia, la de las hermanas de Little Sisters of the Poor emana de la Eucaristía, la cual es el eje de su espiritualidad y de los hogares de ancianos. Lo mismo sucede con las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata Teresa de Calcuta.

Los católicos bautizados compartimos la vocación fundamental de amar que reviste una importancia capital. Creo que todos estaremos de acuerdo en que no observamos muchas muestras de amor auténtico y generoso en nuestra cultura, especialmente en relación a los ancianos.

La vida se fundamenta en el amor sencillo y generoso; a veces, quizás con frecuencia, en el amor expiatorio. Nos vendría bien rezar para obtener la gracia de cuidar de aquellos que miran hacia la puerta a la espera de alguien que los quiera. En ocasiones podríamos ser nosotros los que miremos hacia la puerta.

Como católicos con la vocación de amar, al igual que las hermanas de Little Sisters of the Poor y de las Misioneras de la Caridad, tenemos mucho que ofrecer a Dios y al pueblo desamparado de Dios. Nuestra Iglesia ofrece a Cristo como nuestra esperanza.

Les invito a que nos ayuden a ser esa esperanza. †

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