August 4, 2006

Seeking the Face of the Lord

El obispo es la figura central de la unidad de la Iglesia local

Mientras continúo con mis reflexiones sobre el significado de la arquidiócesis, abordaré la siguiente cuestión: ¿Por qué la Iglesia es jerárquica?

Se dice que debido a que los elefantes y las jirafas son muy torpes, seguramente Dios formó un comité para crearlos.

El hecho de que la gente se burle de los comités nos demuestra que muy a menudo en muchos comités nadie está a cargo. Y cuando no hay nadie a cargo, nada pasa o, en el mejor de los casos, suceden cosas extrañas, incluso el caos.

La intención de Cristo no era que su Iglesia fuera un comité sin líderes o un cuerpo sin cabeza. La nuestra es una Iglesia con orden. ¿Cuál es la base del orden de la Iglesia?

Si la Iglesia es el sacramento de Cristo, si es su cuerpo hecho visible en el tiempo y el espacio hasta su regreso, entonces Cristo ha de hacerse visible tanto a la cabeza como en los miembros que la componen hoy en día.

Los obispos y sacerdotes han sido ordenados sacramentalmente para servir en la persona de Cristo como guía del cuerpo y también como prometido de la Iglesia. Como tal, los obispos y sus colaboradores, los sacerdotes, deben ser maestros, sacerdotes y pastores en representación de Cristo. El liderazgo de Cristo es la fuente de unidad del cuerpo. Como esposo, representa el amor pastoral de la Iglesia.

Como cualquier comunidad humana, el cuerpo de la Iglesia necesita un centro simbólico particular para su unidad y liderazgo en la misión colectiva. Por lo tanto, el obispo, ordenado para representar la persona de Cristo el sacerdote, pastor y maestro, es la figura central de la unidad de la diócesis con los sacerdotes como sus colaboradores.

La Iglesia dicta que el obispo, como vicario y representante de Cristo, ungido a plenitud con el sacramento del Orden, encabeza una Iglesia (diocesana) particular, en comunión con el Papa y bajo su autoridad.

La Iglesia nos enseña que colocados allí por el Espíritu Santo, los obispos son los sucesores de los Apóstoles como pastores de almas, ya que Cristo les otorgó a los Apóstoles y sus sucesores la autoridad y el poder para enseñar a todas las naciones, y santificar y pastorear a su pueblo hacia la verdad. Por lo tanto, a través de la unción del Espíritu Santo los obispos se han convertido en verdaderos y auténticos maestros de la fe, sumos sacerdotes y pastores.

Sacerdotes y diáconos dependen de la delegación compartida del obispo para el ejercicio de sus órdenes. Los sacerdotes, como colaboradores del orden de los obispos se consagran para representar a la persona de Cristo como maestro, sacerdote y pastor. Los diáconos se ordenan para servir al pueblo de Dios en comunión con el obispo y sus sacerdotes.

Esto significa que los sacerdotes asignados a una parroquia y, especialmente como pastores, son representantes del obispo.

Su sacerdocio es una forma de participación en el sacerdocio del obispo sobre quien recae a plenitud el sacerdocio de Cristo.

Los diáconos, como los primeros ministros de la parroquia, de hecho ponen de manifiesto que todo el ministerio (servicio a los pobres, atención a los enfermos, educación, cuidado de las familias y otras iniciativas sociales), encuentra sus raíces en el ministerio del obispo, quien es el símbolo de unidad de la Iglesia local.

El hecho de que el obispo sea la figura central de la unidad en la diócesis, junto con los sacerdotes como colaboradores, no significa que él sea mejor o peor, más o menos que cualquier otro miembro del cuerpo de Cristo.

El obispo y los sacerdotes deben ser iconos de Cristo encabezando el cuerpo, aquel que sirve como maestro, sacerdote y pastor.

En la cultura oriental, un icono no es simplemente una foto del sujeto. De alguna forma, el icono contiene el propio misterio que ilustra.

Existen otros iconos de Jesús. ¿Acaso no podríamos decir que los pobres, los que sufren, los oprimidos son iconos de Jesús como víctima?

Santa Teresa, la Pequeña Flor, se consideraba a sí misma como un icono del corazón de Jesús. Las funciones bien definidas de alabanza y servicio en la Iglesia deben servir para la unidad del cuerpo de Cristo.

El difunto Papa Juan Pablo II dijo que donde quiera que la gente se reuniera, allí había un santuario de Jesús. Y es allí donde pertenecen los pastores.

En términos de actividad pastoral, el difunto Santo Padre dijo que visitar las parroquias y guiar al pueblo de Dios en la Eucaristía es y era el núcleo de su ministerio. Expresó que el simbolismo palpable del pastor y el pueblo rezando juntos, especialmente en la misa, era el vehículo principal para producir la unidad en una parroquia.

Del mismo modo que cada sacerdote participa en el sacerdocio del Obispo, cada parroquia, cuando se reúne para la alabanza colectiva, y en particular para la Eucaristía, participa en la alabanza pública de la Iglesia diocesana.

En las Eucaristías presididas por el obispo, la realidad de la Iglesia, como sacramento de Cristo, recibe su expresión más plena y completa. †

 

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