January 27, 2006

Seeking the Face of the Lord

El apoyo a nuestras escuelas Católicas prolonga una profunda tradición

En nuestra reunión de la primavera de 2005, los obispos de Estados Unidos estimamos oportuno emitir un comunicado titulado “Renovación de nuestro compromiso con las escuelas católicas elementales y secundarias en el Tercer milenio.”

Estamos comprometidos a prolongar una extensa tradición. Los Católicos de Estados Unidos heredaron de nuestros ancestros inmigrantes la rica tradición de construir y mantener escuelas. En un entorno poco favorable a la Iglesia Católica y a su fe, en la alborada de la nación, nuestros antepasados tenían que cultivar y proteger la fe para sus descendientes.

Una de sus iniciativas fue la fundación de lo que se convertiría en un monumental sistema escolar. La excelencia en educación y formación religiosa se convirtió en el sello de nuestras escuelas, en gran parte debido a hombres y mujeres religiosos dedicados, quienes acogieron la misión educativa con entusiasmo y gran sacrificio.

En 1999 el difunto Papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica La Iglesia en América, expresó que las escuelas Católicas juegan un papel vital en la misión evangelizadora de la Iglesia. Constituyen “un campo privilegiado para promover la inculturación del Evangelio… las escuelas Católicas son al mismo tiempo lugares de evangelización, de completa formación, de inculturación, de aprendizaje en un diálogo vivo entre jóvenes de diferentes religiones y procedencias sociales” (Escuelas Católicas en el umbral del Tercer milenio, No. 11).

Nuestras escuelas Católicas juegan un papel vital en el desarrollo de la cultura moral y espiritual en nuestro país para beneficio de nuestros hijos y de generaciones futuras.

En una reflexión de “La Iglesia que Juan Pablo II dejó,” el autor George Weigel describe, entre otros temas, los malestares de Europa. Resalta que el difunto Santo Padre trató de ofrecer un programa positivo para el renacimiento cultural de Europa. El Papa sugirió que la mayor necesidad de Europa no era una nueva divisa común o una nueva constitución, sino la esperanza, una esperanza que nos permita darle sentido a la vida y a la historia…” (La Iglesia en Europa).

Al describir la expresión que toma la falta de esperanza en Europa, el Papa dijo que se trataba de “una suerte de agnosticismo práctico e indiferencia religiosa por la cual muchos europeos dan la impresión de vivir sin raíces espirituales. . . algo así como herederos que han despilfarrado todo el patrimonio…” en un “temor del futuro,” en “el vacío interior que se apodera de muchas personas,” en un “egoísmo que encierra en sí mismos a individuos y grupos,” y, por supuesto, “en el número reducido de nacimientos.”

Weigel comenta que Europa también está sufriendo de amnesia histórica auto-inflingida, por medio de la cual se niegan los aportes del cristianismo a la formación de la civilización europea (Cf. La obra más reciente de Weigel, God’s Choice, p. 56).

Conviene reflexionar sobre los malestares que afligen a Europa ya que nuestro país no es menos vulnerable al impacto de los efectos negativos del materialismo secular. La amnesia en cuanto a la influencia necesaria de la espiritualidad y la moral cristiana conduce a una pérdida de esperanza ya que priva a la cultura de su verdadero significado.

Como dice nuestro comunicado de los obispos: “Nuestros jóvenes son la Iglesia del presente y del mañana. Resulta indispensable proporcionarles escuelas dispuestas a atender sus necesidades espirituales, morales y académicas. Nuestro reto hoy en día es proporcionar escuelas cerca de las áreas donde viven los Católicos. En aquellas áreas donde no existan actualmente escuelas Católicas, debemos abrir escuelas que tengan como misión evangelizar… Siempre que sea posible, las escuelas Católicas deberán continuar estando al alcance y a disposición de todos los niños provenientes de familias pobres y de clase media que enfrenten desafíos económicos, en todas las áreas de la diócesis.

“Asimismo, las escuelas Católicas deberán estar a disposición de estudiantes no Católicos que deseen asistir a dichas escuelas. Este aspecto ha formado parte orgullosa de la historia de las escuelas católicas en los siglos IX y XX.”

“Debemos continuar esta labor de expansión en el nuevo milenio. Igualmente, debemos servir a la creciente población latina/hispana, que representa el 39 por ciento de nuestra comunidad Católica. Los latinos/hispanos conforman el 41 por ciento de los Católicos menores de 30 años y el 44 por ciento de los Católicos menores de 10 años.”

¡El comunicado de los obispos supone un enorme desafío! El mantener nuestras escuelas Católicas en cualquier medio ambiente es una ardua labor. La necesidad de recursos para mantener y mejorar las instalaciones escolares, la necesidad de proporcionar salarios dignos para los maestros y directores, la necesidad de proporcionar asistencia matricular para aquellos con menos recursos, todas estas necesidades son tremendas.

Brindar escuelas en algunas de nuestras comunidades rurales y en el corazón de Indianápolis, es aun más difícil. Con la asistencia generosa de aquellos que disfrutan de más recursos continuaremos haciendo nuestro mejor esfuerzo. Es parte de nuestra misión heredada, como Católicos estadounidenses. Nuestra ardua labor promete un futuro lleno de esperanza para nuestros hijos. †

 

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